La pérdida auditiva no solo afecta a mayores: causas en jóvenes y adultos

Cuando pensamos en pérdida auditiva, solemos imaginar a personas mayores que han perdido progresivamente la capacidad de oír. Sin embargo, esta condición afecta también a jóvenes y adultos, incluso a adolescentes y niños. De hecho, cada vez son más los casos diagnosticados en personas menores de 50 años, muchas veces sin que ellas mismas se den cuenta al principio. La audición es una función delicada que puede deteriorarse por múltiples factores, y no todos están relacionados con el envejecimiento. Identificar los riesgos a tiempo es clave para prevenir daños irreversibles y para buscar soluciones eficaces que mejoren la calidad de vida.

Exposición prolongada al ruido

Una de las principales causas de pérdida auditiva en jóvenes y adultos es la exposición a ruidos fuertes durante largos períodos. Conciertos, discotecas, el uso habitual de auriculares a volumen alto y ambientes laborales ruidosos como fábricas o talleres contribuyen a este tipo de daño. La Organización Mundial de la Salud advierte que más de mil millones de jóvenes en todo el mundo corren riesgo de perder audición por prácticas de escucha inseguras. El problema es que el daño auditivo causado por el ruido es acumulativo y suele ser irreversible. Aunque los primeros síntomas pueden pasar desapercibidos, con el tiempo se traduce en dificultad para entender conversaciones, especialmente en ambientes con ruido de fondo.

Uso excesivo de auriculares

El auge de los dispositivos móviles y los auriculares ha transformado nuestros hábitos de escucha. Muchos jóvenes pasan varias horas al día con auriculares puestos, a menudo con el volumen demasiado alto. El uso prolongado de auriculares intrauditivos, que dirigen el sonido directamente al canal auditivo, puede dañar las células ciliadas del oído interno, responsables de captar las vibraciones sonoras. La recomendación de los expertos es mantener el volumen por debajo del 60 % de la capacidad del dispositivo y limitar el uso a no más de una hora seguida sin descanso. Además, los modelos con cancelación de ruido permiten escuchar mejor a menor volumen, lo que reduce el riesgo.

Infecciones y enfermedades

Algunas infecciones pueden provocar pérdida auditiva, temporal o permanente, si no se tratan a tiempo. Entre ellas se encuentran la otitis media, común en niños pero también presente en adultos, y enfermedades virales como el sarampión, la meningitis o la rubeola. En algunos casos, el daño auditivo aparece como complicación tardía o como efecto secundario de tratamientos médicos agresivos, como ciertos antibióticos o la quimioterapia. También existen trastornos autoinmunes o genéticos que pueden causar deterioro auditivo a edades tempranas. Por eso, es fundamental acudir a un especialista ante cualquier signo de dolor, fiebre, secreción o pérdida repentina de audición.

Traumatismos y lesiones

Los golpes en la cabeza, accidentes deportivos o traumatismos acústicos como una explosión cercana pueden causar daños inmediatos en el oído interno o en el nervio auditivo. Incluso una simple palmada en el oído, si es suficientemente fuerte, puede provocar un barotrauma o la rotura del tímpano. Algunas actividades recreativas, como el submarinismo o el paracaidismo, también implican riesgos si no se toman las precauciones adecuadas frente a los cambios bruscos de presión. La prevención y el uso de protección auditiva en deportes de impacto o profesiones de riesgo es esencial para evitar este tipo de lesiones.

Factores hereditarios y congénitos

En algunos casos, la pérdida auditiva en jóvenes se debe a factores genéticos o anomalías congénitas. Puede manifestarse desde el nacimiento o aparecer progresivamente en la infancia o adolescencia. Aunque no siempre es posible prevenirla, una detección temprana permite intervenir con audífonos o implantes cocleares que mejoran la comunicación y el desarrollo. En adultos jóvenes, los antecedentes familiares de sordera pueden ser una señal de alerta para realizar revisiones auditivas periódicas. También hay enfermedades hereditarias, como la otosclerosis, que afectan a la movilidad de los huesecillos del oído medio y reducen la capacidad de transmitir el sonido.

Estrés, ansiedad y salud general

Aunque menos conocido, el estado emocional y físico influye también en la salud auditiva. El estrés crónico y la ansiedad pueden agravar problemas como los acúfenos o zumbidos en los oídos, y en algunos casos incluso contribuir a una pérdida auditiva súbita. Los trastornos circulatorios, la hipertensión, la diabetes y otras condiciones médicas también afectan al flujo sanguíneo del oído interno, una zona muy sensible a los cambios de oxigenación y presión. Mantener una buena salud general, hacer ejercicio y descansar adecuadamente ayuda no solo al cuerpo en su conjunto, sino también al sistema auditivo.

¿Cómo saber si estás perdiendo audición?

En personas jóvenes y activas, la pérdida auditiva suele pasar desapercibida hasta que interfiere con la vida social o el trabajo. Algunas señales de alerta incluyen pedir que repitan lo que se ha dicho, subir el volumen del televisor o del teléfono, dificultad para entender conversaciones en grupo o en lugares con ruido de fondo, y sensación de zumbido o presión en los oídos. Ante cualquier sospecha, lo más indicado es realizar una prueba audiométrica. Cuanto antes se detecta el problema, más opciones hay de intervenir con éxito.

Escuchar bien es cuidar tu bienestar

La pérdida auditiva en jóvenes y adultos no es solo una cuestión médica, también afecta la calidad de vida, la comunicación, el rendimiento académico y profesional, y la salud emocional. Afortunadamente, muchas causas se pueden prevenir o tratar si se detectan a tiempo. Proteger tus oídos no significa dejar de disfrutar de la música o de tu entorno, sino hacerlo de forma consciente y segura. Prestar atención a las señales, adoptar buenos hábitos y consultar a un profesional ante cualquier duda son pasos clave para mantener una audición saludable a cualquier edad. Escuchar bien no es un privilegio reservado para la vejez, es un derecho que debe cuidarse desde la juventud.

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