Cuando un audífono no cumple con su función de forma efectiva, el usuario puede notar que la comprensión del habla empeora, que ciertos sonidos se perciben de forma apagada o distorsionada, o que simplemente ya no siente la misma claridad que antes. Esto no siempre significa que el dispositivo esté averiado; en muchos casos, se trata de una pérdida de ganancia, una mala adaptación al oído actual o una distorsión del sonido. Detectar estos signos a tiempo puede evitar frustración, fatiga auditiva y una pérdida progresiva de la calidad de vida.
Qué es la pérdida de ganancia y por qué ocurre
La ganancia es la amplificación que un audífono proporciona a los sonidos, especialmente en las frecuencias donde el usuario tiene mayor pérdida auditiva. Con el tiempo, puede ocurrir que el dispositivo no amplifique tanto como debería, lo que se traduce en una audición menos nítida. Esto puede deberse al desgaste del componente amplificador, a cambios en la audición del usuario o a obstrucciones como cerumen en el micrófono o en el tubo del audífono. También puede estar relacionado con una batería débil o una programación desactualizada del aparato.
Cómo identificar una mala adaptación auditiva
Una mala adaptación auditiva se produce cuando el audífono no está ajustado correctamente a las necesidades auditivas del usuario. Esto puede suceder desde el inicio si la programación no fue precisa, o desarrollarse con el tiempo si la pérdida auditiva ha progresado y el audífono ya no responde adecuadamente. Las señales incluyen dificultad para seguir conversaciones en ambientes ruidosos, necesidad constante de pedir que repitan lo dicho, percepción de sonidos metálicos o agudos exagerados, o incluso incomodidad física al usar el dispositivo. Una revisión profesional puede determinar si la programación debe actualizarse.
Qué es la distorsión del sonido y cómo afecta
La distorsión auditiva ocurre cuando los sonidos se reproducen de forma alterada, poco natural o con un nivel de claridad deficiente. Esto puede estar causado por un fallo en el micrófono, el amplificador o el receptor del audífono. También puede deberse a interferencias electromagnéticas o a daños internos por humedad o impacto. Un usuario puede notar que los sonidos parecen vibrar, crujir o producir un eco molesto, especialmente al escuchar música o voces. La distorsión puede empeorar progresivamente, por lo que no conviene ignorarla si aparece de forma repentina o constante.
Cambios auditivos que superan la capacidad del audífono
Otro motivo por el que un audífono puede quedarse corto es que el nivel de pérdida auditiva del usuario ha aumentado hasta el punto en que el dispositivo actual ya no es capaz de ofrecer suficiente amplificación sin producir distorsión o retroalimentación. Este es un caso frecuente en pérdidas progresivas, como la presbiacusia. Cuando esto ocurre, puede ser necesario realizar una nueva audiometría y considerar el cambio a un modelo con mayor potencia, o incluso explorar soluciones más avanzadas como audífonos con procesamiento inteligente o con conectividad directa a otros dispositivos de apoyo.
Cuándo sospechar que el audífono necesita reparación
No todas las señales de mal funcionamiento indican que el audífono se ha quedado corto en términos de potencia o adaptación. A veces se trata de un problema técnico puntual. Señales de esto incluyen un sonido intermitente, ruidos extraños como chasquidos o zumbidos, o una desconexión frecuente con dispositivos Bluetooth. En estos casos, una limpieza profunda, un cambio de filtros o una revisión técnica pueden resolver el problema sin necesidad de reemplazar el aparato. Si el audífono tiene más de tres o cuatro años, conviene valorar si aún ofrece un rendimiento óptimo.
El papel del audioprotesista en el ajuste continuo
Un audífono no es un dispositivo que se configura una vez y ya. El ajuste fino debe realizarse periódicamente, idealmente una o dos veces al año, para asegurarse de que el rendimiento sigue siendo adecuado. El audioprotesista utiliza herramientas de medición en tiempo real y tests auditivos específicos para comprobar la ganancia real del dispositivo y cómo se está adaptando el usuario a los sonidos del entorno. También puede reprogramar frecuencias específicas si detecta que ciertos sonidos se amplifican poco o en exceso. Un seguimiento profesional es clave para mantener la audición optimizada.
Señales de que ha llegado el momento de un cambio
Si, a pesar de limpiezas, ajustes y actualizaciones, el usuario sigue experimentando una audición pobre o distorsionada, puede ser que el audífono haya llegado al final de su vida útil. Otros signos que apuntan a la necesidad de reemplazo son el aumento de la dependencia de la lectura labial, evitar conversaciones en grupo, aumentar constantemente el volumen o sentir fatiga auditiva al final del día. Cambiar de audífono no solo significa recuperar claridad, sino también acceder a mejoras tecnológicas como reducción de ruido de fondo, conectividad avanzada y funciones personalizadas.
Evaluar si el modelo sigue cumpliendo tus necesidades
Cada audífono tiene unas características técnicas específicas en cuanto a potencia, direccionalidad, reducción de feedback o conectividad. Si tus necesidades han cambiado o si los entornos donde te mueves se han vuelto más complejos (como oficinas abiertas, reuniones virtuales, transporte ruidoso), tal vez el modelo que antes funcionaba bien ahora se haya quedado corto para tus circunstancias actuales. Evaluar si el audífono sigue siendo el adecuado para tu estilo de vida es tan importante como comprobar que esté funcionando correctamente desde el punto de vista técnico.
¿Quieres que prepare una tabla comparativa o una lista de verificación que ayude a los lectores a identificar estos problemas por sí mismos? Puedo ayudarte a convertir este contenido en una herramienta útil para tu blog o redes.